“¡No estoy muerta!”, grita Aurora Venturini en Los rieles, su última novela, que escribió a los noventa años luego de sufrir un accidente doméstico y de permanecer varios meses internada en un hospital. Es el relato de una mujer “ya en el límite de todas las edades” que camina anestesiada entre la vida y la muerte, y que con las palabras como armas principales se enfrenta a monsieur Le Diable hasta ganarle la partida.
En Las primas es la niña pobre y monstruosa salvada por el arte; en Nosotros, los Caserta, la niña brillante y aristocrática que busca el origen de su rareza en la genealogía; en Los rieles, la anciana creadora de aquellas niñas, frente a la muerte. Una novela desmesurada y rabiosa en la que Venturini revive tanto su juventud como la decadencia física de la vejez, pasando por su primer amor frustrado. Autobiografía y supervivencia se entrecruzan, otra vez, como contraseña personal del universo literario de esta extraordinaria escritora.
“¡No estoy muerta!”, grita Aurora Venturini en Los rieles, su última novela, que escribió a los noventa años luego de sufrir un accidente doméstico y de permanecer varios meses internada en un hospital. Es el relato de una mujer “ya en el límite de todas las edades” que camina anestesiada entre la vida y la muerte, y que con las palabras como armas principales se enfrenta a monsieur Le Diable hasta ganarle la partida.
En Las primas es la niña pobre y monstruosa salvada por el arte; en Nosotros, los Caserta, la niña brillante y aristocrática que busca el origen de su rareza en la genealogía; en Los rieles, la anciana creadora de aquellas niñas, frente a la muerte. Una novela desmesurada y rabiosa en la que Venturini revive tanto su juventud como la decadencia física de la vejez, pasando por su primer amor frustrado. Autobiografía y supervivencia se entrecruzan, otra vez, como contraseña personal del universo literario de esta extraordinaria escritora.