La primera vez que lo vi me dio asco. Así comienza esta novela, cuya protagonista acaba de ser madre. A esa reacción le seguirán otras, algunas más amorosas, otras más mordaces, pero todas signadas por una mirada incisiva que evita cualquier lugar común y da cuenta de un tiempo suspendido y casi alucinatorio. Ella, que eligió dejar atrás pareja, casa, perro, familia, como quien suelta amarras para siempre, buscará trabajo, entablará nuevas relaciones y se trasladará de un paisaje a otro en una deriva que por momentos parece acercarla a una verdad. La acompana ese pequeno ser que succiona incansablemente de su cuerpo y la atracción hipnótica que le despiertan las ballenas varadas en la playa.
Leila Sucari sorprende otra vez con una novela en la que cada acontecimiento está hecho de frases iluminadoras que dejan vibrando las palabras como un diamante violento y bello.
La primera vez que lo vi me dio asco. Así comienza esta novela, cuya protagonista acaba de ser madre. A esa reacción le seguirán otras, algunas más amorosas, otras más mordaces, pero todas signadas por una mirada incisiva que evita cualquier lugar común y da cuenta de un tiempo suspendido y casi alucinatorio. Ella, que eligió dejar atrás pareja, casa, perro, familia, como quien suelta amarras para siempre, buscará trabajo, entablará nuevas relaciones y se trasladará de un paisaje a otro en una deriva que por momentos parece acercarla a una verdad. La acompana ese pequeno ser que succiona incansablemente de su cuerpo y la atracción hipnótica que le despiertan las ballenas varadas en la playa.
Leila Sucari sorprende otra vez con una novela en la que cada acontecimiento está hecho de frases iluminadoras que dejan vibrando las palabras como un diamante violento y bello.