«Una de las escritoras argentinas más celebradas en el mundo despliega con libertad inédita su fantasía, su sentido del juego y su veta de humorista».
Gonzalo Garcés
«Una escritora esencial».
Liliana Heker
«Un escritor no tiene derecho a juzgar a otro, pero tiene el deber de dar una voz cuando el otro ha dado en el blanco. Y este es el caso».
Héctor Tizón
«Sus relatos están marcados por la huella de lo no dicho, de lo apenas entrevisto, lo cual les confiere una levedad y una transparencia casi únicas».
Cristina Piña
«Los personajes de los cuentos de Iparraguirre no respetan los límites del libro. Ellos vienen y van, se suben al lector y continúan un impreciso recorrido que estalla (afortunada pero irremediablemente) instantes después de cerrar el libro. En plena vida».
Miguel Russo
«Los cuentos de Sylvia Iparraguirre hablan por sí solos y lo hacen con una voz clarísima […]. La última vez que la vi conversamos brevemente sobre “El Sur”, de Borges […]. Estábamos solo ella y yo continuando esta charla que la vida interrumpe e igual vamos teniendo. Aunque nunca converso con ella tanto como cuando la leo».
Alejandra Kamiya
«Una de las escritoras argentinas más celebradas en el mundo despliega con libertad inédita su fantasía, su sentido del juego y su veta de humorista».
Gonzalo Garcés
«Una escritora esencial».
Liliana Heker
«Un escritor no tiene derecho a juzgar a otro, pero tiene el deber de dar una voz cuando el otro ha dado en el blanco. Y este es el caso».
Héctor Tizón
«Sus relatos están marcados por la huella de lo no dicho, de lo apenas entrevisto, lo cual les confiere una levedad y una transparencia casi únicas».
Cristina Piña
«Los personajes de los cuentos de Iparraguirre no respetan los límites del libro. Ellos vienen y van, se suben al lector y continúan un impreciso recorrido que estalla (afortunada pero irremediablemente) instantes después de cerrar el libro. En plena vida».
Miguel Russo
«Los cuentos de Sylvia Iparraguirre hablan por sí solos y lo hacen con una voz clarísima […]. La última vez que la vi conversamos brevemente sobre “El Sur”, de Borges […]. Estábamos solo ella y yo continuando esta charla que la vida interrumpe e igual vamos teniendo. Aunque nunca converso con ella tanto como cuando la leo».
Alejandra Kamiya